Sherlock Holmes es un detective privado, alto, delgado, de nariz aguileña, poco emocional, irónico, ingenioso e intelectualmente inquieto. En ocasiones resulta un tanto brusco pero es cortés con las mujeres a pesar de que desconfía de ellas. No es muy ordenado en la rutina cotidiana, es muy habilidoso disfrazándose, fuma en pipa, toca el violín con maestría, es un experto apicultor.
Holmes nació el 6 de enero de 1854. Su padre era un hacendado inglés y su madre descendía de una estirpe de pintores franceses. Tenía un hermano, Mycroft, que gracias a las portentosas facultades para gestionar ingentes cantidades de información que poseía, trabajaba casi anónimamente como coordinador general e informador interno de los asuntos del gobierno británico.
Holmes debió haber sido un estudiante en la universidad, probablemente la de Oxford, pero sin duda no Cambridge. Tras su graduación, se alojó cerca del Museo Británico para poder estudiar las ciencias necesarias para el desarrollo de su carrera posterior. Conoció a Watson en 1881, en el hospital Saint Bartholomew. Rehusó el título de sir, pero aceptó la Legión de honor.
Su gran enemigo el profesor Moriarty, también de extraordinarias facultades intelectuales, llegaría a terminar con la vida del eminente detective en la cascada de Reichenbach, Suiza. Aunque Holmes años mas tarde resucitaría nuevamente.
Otra característica de Holmes es que cuando se aburría por falta de retos intelectuales, consumía cocaina en una solución al 7%, circunstancia que preocupaba a su compañero, amigo y cronista Watson
Tras una carrera de 23 años, de los que Watson compartió 17 con él, Holmes se retiró a Sussex, donde se dedicó a la apicultura, y llegó a escribir un libro titulado Manual de apicultura, con algunas observaciones sobre la separación de la reina, y también, casi casualmente, resolvió uno de sus casos más complicados: La aventura de la melena del león. Posteriormente a su jubilación como detective se dedicó dos años a preparar concienzudamente una importante acción de contraespionaje poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial. La vida de Holmes terminaría a partir de 1914.
Esta biografía que podría ser perfectamente tomada de un detective real, corresponde únicamente a un personaje ficticio creado en 1887 por el escritor escoces Sir Arthur Conan Doyle. ¿Pero en quién se baso este celebre escritor para crear a Holmes?
La primera inspiración de Arthur Conan Doyle para crear a Sherlock Holmes fue un antiguo profesor suyo de medicina, el doctor Joseph Bell, eminente cirujano de Edimburgo que recurría a singulares métodos para deducir las dolencias o incluso los hábitos de sus pacientes antes de que ellos siquiera abrieran la boca.
En cuanto a la elección del nombre, el apellido surgió del catedrático de anatomía y fisiología en la Universidad de Harvard Oliver Wendell Holmes. El nombre al principio iba a ser Sherrington, pero finalmente Doyle lo cambió por Sherlock, de origen irlandés, "un nombre afilado como la hoja de un cuchillo", reconocería el señor Conan Doyle.
Este afamado escritor escocés decidió acabar con la vida de Sherlock Homes en 1893. Sin embargo la fama adquirida por el detective le condujo a resucitarle en 1903 para alegría de miles de lectores que protestaron tras su muerte portando crespones negros en su sombrero en señal de luto. Sherlock Holmes reapareceria en el caso La casa vacía, y no sería por las protestas de los lectores, sino cuando el propio Sherlock hizo cambiar de actitud a su creador. Conan Doyle pasaba unos días en Cromer (Norfolk) aquejado de una enfermedad, acompañado por su amigo Fletcher Robinson. Juntos recordaban ciertas leyendas de espectros y fantasmas, y Robinson le contó el mito de una familia maldecida por un sabueso del infierno, despertando la imaginación de Conan Doyle. El autor planeó escribir una novela de esa historia, pero le faltaba un protagonista para esta idea tan buena. Casi por casualidad recordó el atractivo de Sherlock Holmes, y sin fechar los acontecimientos como si se tratase de antes de su muerte, Holmes entró de lleno en la historia. Doyle había creado un personaje en el que el mundo creyó con tal fuerza que nunca podría morir.
Muchas personas durante largo tiempo enviaron cartas dirigidas a Mr. Sherlock Holmes al número 221 bis de Baker Street, el hogar ficticio de un personaje ficticio que se tornó en real.
Pero la biografía de Sherlok Holmes no estaría completa si no hablásemos de como surgio su inseparable compañero de aventuras, John H. Watson. Doyle no deseaba que el protagonista hablase de sus propias hazañas, por lo que pensó en un compañero que ejerciera de narrador, algo muy característico en la ficción de aquella época; los autores, antes de usar la tercera persona, preferían dotar a los textos de una ficción más realista al ser contadas por testigos presentes. Así nació Watson, que primero iba a llamarse Ormond Sacker, pero Doyle finalmente se decantó por un nombre más bien gris, John H. Watson, médico con experiencia militar como lo era él mismo. Resultó un complemento perfecto para las aventuras de su neurótico protagonista.
Hay que destacar que la célebre frase "Elemental, mi querido Watson" no aparece en obra alguna de Conan Doyle sobre Sherlock Holmes. Se cree que la misma aparecío en una de las historias cortas de El jorobado, pero en el original en inglés, así como en algunas traducciones, la palabra "elemental" y la frase "mi querido Watson" aparecen por separado.
Holmes nos ha dejado frases muy interesantes e inspiradoras, gracias a la utilización del método deductivo. Destacan:
Para los mas melancólicos, os dejamos la sintonía de una serie de dibujos animados de los años 80, en la que un perro interpretaba al intrepido detective Sherlock Holmes.
En cuanto a la elección del nombre, el apellido surgió del catedrático de anatomía y fisiología en la Universidad de Harvard Oliver Wendell Holmes. El nombre al principio iba a ser Sherrington, pero finalmente Doyle lo cambió por Sherlock, de origen irlandés, "un nombre afilado como la hoja de un cuchillo", reconocería el señor Conan Doyle.
Este afamado escritor escocés decidió acabar con la vida de Sherlock Homes en 1893. Sin embargo la fama adquirida por el detective le condujo a resucitarle en 1903 para alegría de miles de lectores que protestaron tras su muerte portando crespones negros en su sombrero en señal de luto. Sherlock Holmes reapareceria en el caso La casa vacía, y no sería por las protestas de los lectores, sino cuando el propio Sherlock hizo cambiar de actitud a su creador. Conan Doyle pasaba unos días en Cromer (Norfolk) aquejado de una enfermedad, acompañado por su amigo Fletcher Robinson. Juntos recordaban ciertas leyendas de espectros y fantasmas, y Robinson le contó el mito de una familia maldecida por un sabueso del infierno, despertando la imaginación de Conan Doyle. El autor planeó escribir una novela de esa historia, pero le faltaba un protagonista para esta idea tan buena. Casi por casualidad recordó el atractivo de Sherlock Holmes, y sin fechar los acontecimientos como si se tratase de antes de su muerte, Holmes entró de lleno en la historia. Doyle había creado un personaje en el que el mundo creyó con tal fuerza que nunca podría morir.
Muchas personas durante largo tiempo enviaron cartas dirigidas a Mr. Sherlock Holmes al número 221 bis de Baker Street, el hogar ficticio de un personaje ficticio que se tornó en real.
Pero la biografía de Sherlok Holmes no estaría completa si no hablásemos de como surgio su inseparable compañero de aventuras, John H. Watson. Doyle no deseaba que el protagonista hablase de sus propias hazañas, por lo que pensó en un compañero que ejerciera de narrador, algo muy característico en la ficción de aquella época; los autores, antes de usar la tercera persona, preferían dotar a los textos de una ficción más realista al ser contadas por testigos presentes. Así nació Watson, que primero iba a llamarse Ormond Sacker, pero Doyle finalmente se decantó por un nombre más bien gris, John H. Watson, médico con experiencia militar como lo era él mismo. Resultó un complemento perfecto para las aventuras de su neurótico protagonista.
Hay que destacar que la célebre frase "Elemental, mi querido Watson" no aparece en obra alguna de Conan Doyle sobre Sherlock Holmes. Se cree que la misma aparecío en una de las historias cortas de El jorobado, pero en el original en inglés, así como en algunas traducciones, la palabra "elemental" y la frase "mi querido Watson" aparecen por separado.
Holmes nos ha dejado frases muy interesantes e inspiradoras, gracias a la utilización del método deductivo. Destacan:
- "No existe una combinación de sucesos que la inteligencia de un hombre no sea capaz de explicar."
- "Es un error capital el teorizar antes de poseer datos. Insensiblemente uno comienza a deformar los hechos para hacerlos encajar en las teorías, en lugar de encajar las teorías en los hechos".
- "Cuando todo aquello que es imposible ha sido eliminado, lo que quede, por muy improbable que parezca, es la verdad.".
- "Cuando eliminas toda solución logica a un problema, lo ilogico aunque imposible es invariablemente lo cierto".
- "Nada resulta más engañoso que un hecho evidente"
- Existe una roja hebra criminal en la madeja incolora de la vida, y nuestra misión consiste en desenredarla, aislarla, y poner al descubierto sus más insignificantes sinuosidades
- "Yo no diría que lo resolví de manera brillante, lo único que hice fue seguir un razonamiento analizando todas las pistas. Observar y razonar son dos constantes en mi vida que no puedo dejar, querido Watson".
- "Para él lo que queda es su destino para mi el frasco de cocaína"
Para los mas melancólicos, os dejamos la sintonía de una serie de dibujos animados de los años 80, en la que un perro interpretaba al intrepido detective Sherlock Holmes.
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