Se cumplen 60 años de la creación de El Caso, el primer periódico de sucesos que se fundó después de la guerra civil y que causó un enorme impacto social. Juan S. Rada, antiguo director de este semanario, ha aprovechado tal fecha para publicar '60 aniversario de El Caso' , obra en la que muestra la ajetreada existencia de tan apasionante publicación. Un paseo en la historia de El Caso a través de textos, fotografías, ejemplares completos y portadas reproducidas en formato facsímil. Un emocionante recorrido por un pasado reciente, pródigo en acciones sangrientas y misteriosas. Como el mismo Juan S Rada suscribe, "una obra para los nostálgicos, los amantes de la crónica negra y el gran público en general".
'CrimenyCriminologo' no ha querido mantenerse al margen de tan señalado aniversario y ha tenido la oportunidad de entrevistar a Juan S Rada, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y graduado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Periodista que estampó su firma en varias páginas de El Caso durante los años 70 y que pasó a la dirección del mismo a finales de los 80. Asiduo colaborador de espacios televisivos y radiofónicos como Cuarto milenio, Crímenes sin resolver o Milenio 3.
-¿Qué podemos encontrar en este semanario de sucesos nacido hace más de 60 años?
'CrimenyCriminologo' no ha querido mantenerse al margen de tan señalado aniversario y ha tenido la oportunidad de entrevistar a Juan S Rada, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y graduado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Periodista que estampó su firma en varias páginas de El Caso durante los años 70 y que pasó a la dirección del mismo a finales de los 80. Asiduo colaborador de espacios televisivos y radiofónicos como Cuarto milenio, Crímenes sin resolver o Milenio 3.
-¿Qué podemos encontrar en este semanario de sucesos nacido hace más de 60 años?
Algo que desde hacía más de tres lustros no se publicaba: crónica negra. Además fue pionero en la información sobre ovnis y una serie de temas sociales, como el fenómeno de la emigración, iniciando lo que ahora se denomina periodismo de investigación. Textos magníficamente escritos acompañados de abundante información gráfica: magnífica fotografías y trabajadas ilustraciones.
-Hace 60 años que apareció en los quioscos El Caso, el primer periódico de sucesos que salía a la calle tras la guerra civil y el de mayor impacto social en varias décadas ¿A qué se debió su éxito?
El público se sintió identificado, desde el primer momento, con una publicación que, además de informarle de sucesos, le ponía al corriente de peligros existentes –estafas y timos, fenómenos climatológicos, peligros en las vías de comunicación, etc.- e, incluso, tenía a disposición de los lectores varias secciones con consultorios de diversa temática.
PRIMER NUMERO DE EL CASO |
Tras la guerra civil se estableció un nuevo orden: si nada negativo ni incómodo se divulgaba, nada malo sucedía. Era la visión propagandística del régimen. Hasta que surgió El Caso ningún periódico se atrevió a probar con la crónica negra.
-¿En qué provincia tuvo mas tirada El Caso? ¿A qué respondió?
En Barcelona, donde las ventas duplicaban ampliamente a las de Madrid y significaban casi un tercio del total que salía de la rotativa. Tan gran demanda procedía del elevado número de charnegos, bastante aislados en una región con mentalidad, lengua y costumbres diferentes. A través de El Caso se enteraban de noticias de su región de procedencia. También un buen contingente de ejemplares iba a Alemania donde, por parecidas circunstancias, tenía gran aceptación.
-¿Han cambiado mucho en estos 60 años el modus operandi que utilizaban los asesinos?
Antes la mayoría eran criminales de gorra, alpargata y faca. Como decía el fundador de El Caso, Eugenio Suárez, “se mataba poco y mal”. Con el paso del tiempo, al haber más medios, el crimen se ha ido sofisticando.
-¿Podría hablarnos de la férrea censura que existía en la época sobre esta clase de temas?
Únicamente se podía publicar un crimen a la semana. En cuanto a las expresiones a la hora de redactar las noticias, había que tener mucho cuidado con los términos a emplear. En vez de semidesnudo había que escribir semivestido; en vez de aborto, intervención clandestina de útero; el suicidio se camuflaba como fallecimiento por rápida enfermedad o incidente imprevisto, etc.
-¿Qué censura era mas dura, la eclesiástica o la gubernativa?
La gubernativa, indudablemente. Ante el éxito de El Caso, el ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias-Salgado, decidió que no volviera a editarse. Su excusa fue que se trataba de algo inmoral que iba contra las costumbres cristianas. Suárez, hábilmente, se ofreció a pasar censura eclesiástica. El obispo titular de Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo y Garay, autorizó ad limitum su continuidad. Nombró al teniente vicario general de la diócesis, Moisés García Torres, responsable de la moral y la ortodoxia católica del periódico. De esta forma pudo seguir editándose El Caso.
-Solamente se podía difundir un crimen por número, es decir semanalmente. ¿Utilizaban alguna argucia para poder difundir más crímenes por número?
Había que superar las trabas gubernativas a base de ingenio. En algunas ocasiones en que se habían producido dos o más hechos violentos con sangre, El Caso lanzaba ediciones especiales dirigidas a las zonas geográficas escenario de los mismos. De ese modo seguía ofreciendo un solo asesinato, pero diferente según la región en que fueran distribuidos los ejemplares. Una original forma de sortear el cedazo inquisidor.
-¿Cómo era la labor de un informador de sucesos en una época de censura y temor?
A base de valentía, dedicación y muchas horas de trabajo. Había que hacer abundante calle, a golpe de tacón; algo que ahora casi ha desaparecido. Y comer noche, mucha noche. Era necesario recorrer de continuo cuartelillos y comisarías, hospitales y juzgados, cementerios y morgues… Y echarle arrojo, tanto a la hora de conseguir información como de sentarse ante la vieja máquina metálica de escribir.
-¿No cree que hoy en día El Caso funcionaría perfectamente y con el plus de no tener censura?
Por supuesto que sí. En la vecina Francia hay un montón de publicaciones de sucesos, alguna ya histórica como Detective, que incluso no llevan publicidad para mantener su independencia, dado que pueden sobrevivir con la venta de ejemplares. ¿Por qué aquí no? Hay público suficiente.
En cuanto a la censura, ahora teóricamente no hay, pero sí, en cambio, dirigismo informativo. Además existen múltiples trabas para conseguir información y acceder a los archivos. Los gabinetes de prensa de las direcciones generales del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil siguen siendo reacios a proporcionar datos, especialmente sobre crímenes no resueltos. Casi no pasan de notas y comunicados propagandísticos, amén de espurias ruedas de prensa –que muchas veces se limitan a declaraciones institucionales, sin aceptar preguntas– sólo para difundir logros y éxitos. Lo demás no les interesa. Algo inconcebible en las democracias anglosajonas. Los periodistas no están para recibir discursos y grabar photocalls.
-¿Interesa actualmente más el crimen o interesaban más anteriormente?
Similar. De siempre la sociedad se ha volcado por conocer a los protagonistas, las causas y las consecuencias de los hechos sangrientos. Fascinación arcana por lo siniestro y peligroso, cosas ambas que atraen por su intensidad emocional. Despiertan inusitada atracción en cuanto suponen ruptura del orden establecido, convulsionan los cimientos éticos sobre los que se asienta la comunidad y, en determinadas situaciones, causan inquietud social. Antes y ahora.
-¿A qué cree usted que se debe el auge que se está produciendo ahora por los hechos criminales?
La sociedad de consumo dispara las necesidades. Mayor nivel de vida, vicios que van in crescendo… Se necesitan más ingresos y medios para vivir mejor. Muchos tratan de conseguirlo por el medio que sea. El tráfico y el abuso de la droga también llevan a que se cometan numerosos hechos sangrientos que antaño apenas se producían.
-¿Qué caso fue el que más huella le dejo? ¿Y su favorito?
Al que más tiempo le he dedicado es el asesinato de los marqueses de Urquijo. El crimen más resonante en la historia de la actual democracia. Me he volcado en su seguimiento e, incluso, descubrí en Río de Janeiro al supuesto coautor del crimen y fugitivo de la justicia Javier Anastasio de Espona cuando estaba en busca y captura.
El favorito es el de Jarabo, el más impactante, por su resonancia social, en la crónica negra española. Sirvió para que El Caso batiera el record de tirada en la prensa nacional. Cuatrocientos ochenta mil ejemplares de un solo número relatando los cuatro crímenes de este play boy y asesino.
-¿Qué diferencia observa en la forma de redactar los sucesos hoy en día a la de la época de El Caso?
Entonces era prosa literaria. El caso venía a ser una continuación de los antiguos folletines, pero basado en hechos reales. Crónicas que pueden ser leídas hoy con el interés que suscita cualquier excelente novela policíaca actual. Un estilo de periodismo que no se limitaba a un esquema simplificador de la noticia, como sucede ahora, en que se escribe rápido y sin cuidar apenas e texto.
-Cada vez existen más crímenes, pero usted ¿cree que cada vez son periodísticamente menos investigados?
Por supuesto. La causa es que el periodismo de investigación resulta caro y las empresas prefieren otros objetivos más rentables. Llenar páginas con menos gasto, en suma.
-¿A qué se refiere con que el periodismo actual es más cómodo y menos profundo?
Los gabinetes de prensa, Internet y otros medios que facilitan la comunicación han hecho que la mayoría de los profesionales hagan labor de mesa. Cada vez hay menos reporteros desgastando suela.
-¿Cambio El Caso, de algún modo, la forma de actuar y de investigar de las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad? Cabe recordar que hasta entonces no se contaba ningún tipo de actuación que realizaban.
Se abrieron informativamente. Empezaron a facilitar el acceso de los periodistas a ciertas noticias, incluso interrogatorios –algo inconcebible en la actualidad- y proporcionaban material gráfico. Situación que les hacía actuar con más prudencia en su quehacer profesional.
-Se cuenta que El Lute aprendió a leer para entender lo que ustedes escribían en EL Caso, y que hasta en alguna ocasión cambio su ruta de fuga por lo que habían redactado ¿Qué hay de cierto en esta leyenda?
Es realidad. Estando en prisión reconoció a Eugenio Suárez que durante sus fugas había aprendido a leer para, mediante las crónicas de El Caso, poder esquivar a los picoletos. Cuando se enteraba de alguna batida por determinada región se ocultaba o emprendía la marcha en dirección contraria.
-¿Ante un crimen es cierto que se llamaba incluso antes a los redactores de El Caso que a los propios investigadores?
Así sucedió cuando asesinaron a los marqueses de Urquijo, cuando la matanza de Puerto Urraco y en otras muchas ocasiones. La población estaba totalmente identificada con este periódico y querían colaborar de tal modo. De ahí los pisotones informativos, las grandes exclusivas, que consiguió durante su apretada existencia.
-¿Podría hablarnos de la casa maldita de Madrid?
Fue escenario de nueve muertes violentas, ocurridas en tres sucesos diferentes en la misma casa, en menos de veinte años. El trágico historial de este inmueble, sito en la calle Antonio Grilo, 3, y edificado sobre un cementerio, arranca con un caso sin resolver. A finales de 1945 Felipe de la Breña Marcos fue asesinado. Asaltaron su vivienda para robarle y, tras golpearle con un candelabro, lo estrangularon.
Corría el año de 1964 cuando Rufino Martínez, que residía encima, al ir a colgar una chaqueta en el armario, se encontró, como si se tratara de una prenda más, el cadáver de un recién nacido. Su compañera le había ocultado durante nueve meses el estado de embarazo y, tras el alumbramiento, decidió ahogar al niño en la bañera. A la vista del infanticidio cometido enloqueció y dejó el cadáver expuesto en el ropero.
En medio de estos dos crímenes se produjo el más sangriento, también en el mismo piso que el anterior. José María Ruiz Martínez, persona seria, apreciada y dueña de una sastrería, mató uno tras otro a sus cinco hijos y a la esposa. Tras cada muerte de los niños se asomaba al balcón para mostrar los cadáveres al vecindario que, ante el sonido de los disparos, se había congregado en la calle. Finalmente se suicidó de un tiro en la cabeza. Nadie se explica todavía qué le empujó a cometer tal matanza. Estaba relacionado con el fenómeno de los umitas, unos supuestos extraterrestres que habían contactado con diversa gente en nuestro país.
-¿Alguna anécdota que se pueda contar?
La mascota de El Caso era un cocodrilo. En una de las cenas benéficas que organizaba sorteó una cría de saurio africano. La premiada decidió que se lo llevaran a la redacción. Por allí correteaba vivaz y juguetón entre las mesas y los pies del personal. Rápido de reflejos, mordía poco y nadie le vio llorar. Era un buen aprendiz de reportero. Su nombre saltó a la popularidad tras que Suárez editara en 1974, con motivo del tercer cumpleaños del reptil, un semanario satírico titulado El cocodrilo Leopoldo. Finalmente el animal fue donado al zoo de la capital de España para que disfrutara de un merecido retiro. Asentado al lado de la cafetería, un rótulo proclamaba su origen y condición de mascota de la prensa satírica y criminal. Indudablemente fue el detective con piel más resistente.
En nuestro blog hemos recordado algunos casos ocurridos y redactados en El Caso. Podría hablarnos un poco de cómo se vivieron, redactaron, investigaron, etc...
-El 'niño de Somosierra' el caso mas extraño de Europa.
Desde el mismo momento en que se produjo el accidente del camión, a finales de junio de 1986, El Caso estuvo junto a los numerosos efectivos que buscaron al niño en los alrededores. Se siguieron pistas, se abrieron líneas de contacto, se recibieron testimonios de videntes, radioestesistas, gente de la calle… Una niña de Granada nos informó de que lo había encontrado oculto en el monte y le había estado llevando comida durante varios días. Un experto en este tipo de desapariciones se dirigió a El Caso argumentando que el cuerpo descompuesto del niño había quedado sepultado en el amasijo de tierra provocado por el camión al volcar la cuba. Los perros no habrían detectado restos debido a la asfixiante contaminación del ambiente. Nos desplazamos hasta el kilómetro 95 de la Nacional I con una excavadora que, ante la presencia de la Guardia Civil, perforó el suelo en busca de algún resto orgánico. Pero, una vez más, nada de nada.
-El 'niño pintor', una desaparición extrema.
Junto con el anterior fueron las dos desapariciones extremas más desconcertantes y de mayor extrañeza ocurridas en Europa en el último cuarto de siglo último, según Interpol. En el caso de Málaga todavía resultaban más difíciles las pesquisas. Desapareció en el trayecto, de unos cien metros, que había desde su casa hasta la parada del transporte municipal. Tan solo llevaba encima el bonobús y el carné de estudiante. Ni una sola peseta.
Se dio la circunstancia de que dicho día, 4 de abril de 1987, la reina doña Sofía estaba de visita en Málaga y, puesto que esa zona correspondía a uno de los itinerarios trazados, se había montado un riguroso dispositivo policial. Había cantidad de agentes, tanto de paisano como uniformados. Nadie observó nada extraño.
El Caso estuvo atento a las pistas que surgieron en Lisboa, donde decían haberlo visto pintando vírgenes en el suelo, en Berna, donde residía un acaudalado helvético al que David le había hecho una caricatura durante su estancia en la Costa del Sol… Muchas indagaciones y, como en el secuestro del niño de Somosierra, un largo túnel con escasa esperanza de que al final se haga la luz.
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